Dos toros han quedado rezagados hasta ser reconducidos por los caballistas
Público en La Entrada en la calle Colón / f:Vicente Palomar |
Aún estaba en la mente de todos la embestida del astado que derribó ayer la cabalgadura de Juan Pedro Lliso cuando se abrían hoy miércoles, de nuevo, las puertas del Argén para dar salida a los toros de Germán Vidal que repetía con seis toros negros como de costumbre bien presentados, y es que el ganadero de Cabanes que posee una torada centenaria sabe de los gustos de los aficionados segorbinos y no escatima en recursos y sabe dosificar la sorpresa a medida que nos acercamos al ecuador de la fiesta.
Pero analicemos lo visto: en los Mesones, caballos y caballistas revoloteaban impacientes ante los astados para pillar sitio, reunirlos, pararlos y mandarlos templando e imponiendo el ritmo y cuando parecía que lo iban a conseguir, dos de los astados se han separado de la manada y han quedado rezagados. El asunto, que podía haber tenido consecuencias, se ha saldado con la intrepidez de los caballistas de cierre que apoyándose en los de los flancos han recogido a los disidentes reunificando a la manada a su paso por la calle Colón aunque sin crear un bloque compacto. El resto , oficio y destreza, ha hecho lo demás, consiguiendo una tercera vistosa y correcta en su ejecución pero a la que le ha faltado esa chispa de entusiasmo que solo ofrecen las más magníficas.
Resumiendo, una tercera con más técnica que arte, con mucho público de barrera y con los termómetros marcando 31 grados. ¿Se puede hacer más? ¡Se hará¡ No lo duden.
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